
En el mercado puedes encontrar vinos jóvenes, económicos, más caros, tintos, blancos, rosados o añejos. Todos van a tener características diferentes dependiendo del lugar del que viene y el año de la cosecha.
¿Tienes dudas al momento de seleccionar alguno? Aquí tienes una base para distinguirlos y hacer una elección certera, aunque cabe mencionar que es tu gusto, el que va a definir el que vayas a preferir.
El color, la distinción
En los vinos blancos jóvenes se pueden identificar por su tonalidad cromática. Por ejemplo, si su color es amarillento con una tonalidad pálida o pajiza, es un vino joven, sobre todo si en un efecto tornasolado aparecen trazos verdosos. Entre más viejo el vino blanco más intensa su coloración amarillenta hasta llegar al dorado.
En cuanto a los vinos tintos, el vino tinto joven se diferencia por la presencia de un borde rojo o con tonalidades violáceos. Al contrario, los vinos tintos más viejos, maduros o añejos presentan una coloración más terracota.
Toma en cuenta:
Los vinos jóvenes y añejos se pueden diferenciar por su sabor. Los vinos más jóvenes tienen características de aromas primarios, que incluyen los aromas frutados con matices herbáceos.
Los vinos más añejos cuentan con sabores terciarios producidos por la maduración del vino. El sabor de los vinos añejos o maduros es más intenso y profundo.
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