Con tantos sucesos en el aire, he sido más filosofa que de costumbre este mes. Una de las cosas que ha provocado esta autorreflexión, ayudado y alentado, es una ráfaga de titulares recientes; que para mi es un recordatorio de que, en el juego de la vida los resultados no están en nuestras estrellas; sino en nosotros... Cuando nuestros recursos frecuentemente nos fallan, se lo queremos atribuir al cielo. Dominique Strauss-Kahn probablemente podría haber imaginado que los mayores obstáculos para sus ambiciones de convertirse en Presidente eran Nicolas Sarkozy o sus principales rivales, en el Partido Socialista de Francia. Pero con todos los hechos sobre lo que hizo o no hizo en la suite del hotel de Nueva York, de $3.000.00 dólares por noche, nos queda claro que los competidores finalmente no eran sus rivales políticos, sino él mismo. Así mismo, en California, Arnold Schwarzenegger que ha hecho una larga carrera por derrotar a los opositores, tanto en pantalla como en gobierno, queda desactivado y debilitado por un rival mucho más cercano, en su propia casa. Vemos que esta dinámica se lleva a cabo a escala universal. En tiempos de crisis económica, hay una tendencia a buscar la causa de los problemas en fuerzas externas, generalizando con el país, la raza, la religión, la guerra, el petróleo. Para encontrar los verdaderos culpables, no necesitamos buscar más allá de nuestras fronteras, buscar chivos expiatorios. Algunos quieren poner la culpa de nuestros problemas a los musulmanes, o los empleados del Gobierno, o maestros, o homosexuales, o raperos. O, o, o, o... En definitiva, nadie más que nosotros es el responsable. Al final, si pasáramos incluso un pequeño porcentaje del tiempo que dedicamos a obsesionarnos sobre los que consideramos son nuestros rivales, competidores y enemigos, y evaluáramos donde están nuestras propias fallas; seríamos más exitosos.

Jenny García.

El mundo es un escenario, y todos los hombres y mujeres son meros actores. Escenario

Somos del mismo material del que se tejen los sueños, nuestra pequeña vida está rodeada de sueños. Sueños

El mal puede citar las sagradas escrituras para sus propósitos. Mal

El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos. Destino

Cuidado con la hoguera que enciendes contra tu enemigo, no sea que te chamusques a ti mismo. Hoguera